viernes, 26 de septiembre de 2014

Hacia atrás...



Hubo un tiempo en que tuve que ir a Orgiva a estudiar y hubo una primera mañana en la que tomé la vieja Alsina que salía a las seis y media, medio dormida.
Curiosidades del sueño que, posteriormente, me ha hecho jugar a un peculiar juego en el que el tiempo en lugar de contar, descuenta....


Hacia atrás...





Los rosaes bajo las rosas,
vencidos de guerras púnicas y corolas olorosas.
De los volcanes la escoria,
rusos sin realismos mágicos e integrales de memorias.
La dinámica y la estática, derivadas de la vida,
y, tras vencer en Lepanto, muchas batallas perdidas.
Desaprendiendo...

Dos torres, un pueblo con aceras de naranjos
para empezar a vivir con vacilantes intentos.
Dos torres, unos amigos, pimientos secos y ajos;
los aromas y sabores se arremolinan al viento.
Una sencilla mañana,
tomate sobre el aceite y gritos sobre la calle.
Una sencilla mañana,
la clase queda vacía, ¡esa sirena que calle!,
y dos montones de niños en remolinos de viento.

Colgados de las ventanas se asoman los tendederos.
Dos torres miran la calle de un octubre sin aliento,
y el sol, ya se muestra tímido, como si fuera febrero.
Por oscuros cangilones silba enfurecido el viento
hacia el sur de su niñez, hacia el mar de sus desvelos
donde se viste de brisa, done olvida sus lamentos.

Horizontes de naranjas enrojecen con un tinte
que les devora con calma,
de naranjas elegantes a tonos pardos y tristes
que les van robando el alma.
Y el pueblo mira hacia atrás.
Hacia atrás los tendederos, las aceras de naranjos,
los horizontes de sangre y los otoños descalzos.
Hacia atrás, a cada tictac del viento,
a cada tictac de la vida que discute con el tiempo.
Desamanece...

Unos ojos que se cierran con dos pinzas de legañas.
Hacia atrás, ojos que se humedecen con sal.
Hacia atrás, el vértigo de las entrañas.
Hacia atrás, ojos que se humedecen con cal.
Hacia atrás el río, acunado entre las cañas.
Hacia atrás, los ojos humedecidos con brillos de lagrimal.
El sueño y los oscuros colores,
oscuros de oscuras ensoñaciones.
Hacia atrás, a cada tictac del viento,
a cada tictac de la vida que discute con el tiempo.

Penumbras luminiscentes, la oscuridad no es total.
Dos disparos de amarillos en un vapor espectral.
La virada carretera,
los retamales oscuros que oscurecen
los terraplenes oscuros.
Desvencijado autobús, con pintura desgastada,
que contemplado al trasluz es rojo desangelado.
Hacia atrás por el asfalto, desde siempre bacheado.
Hacia atrás la vieja curva con mil coños peraltada.
Hacia atrás habla el camino
a unos almendros oscuros, cansados y doloridos.
Hacia atrás vira el destino.
Hacia atrás, a cada tictac del viento,
a cada tictac de la vida que discute con el tiempo.

Hacia atrás, un balate ennegrecido
y en unas matas gastadas, luciérnagas olvidadas.
Hacia atrás, por la calle envejecida,
con una luna encendida y tres luces apagadas.
Hacia atrás, hasta la plaza vestida de madrugada,
que se engalana de otoño sin maquillaje ni nada.
Hacia atrás, hasta un pueblo soñoliento
que no buscó sus heridas en el espejo del tiempo.
Desacelera...

¿Y ese olor?
Olor que llena el ambiente,
olor viciado y caliente.
Combustible sobre plástico y vómito sobre plástico,
y los sueños de la gente se entremezclan con el plástico.
Por un estrecho pasillo con montañas de butacas,
hay codos desencajados que se apoyan en ventanas.
Hacia atrás sucia moqueta embadurnada de laca,
hacia atrás hasta la puerta, helada por la mañana.
Hacia atrás, siempre hacia atrás.
Hacia atrás, a cada tictac del viento,
a cada tictac de la vida que discute con el tiempo.

Y tras los sucios cristales, la nostalgia condensada,
destacan en la negrura sobre la blanca fachada
dos personas embutidas en piel de lana gastada.
Dos sombras, desde mis sueños,
que van moviendo sus manos con un movimiento espeso,
En la irrealidad más gélida las manos se van moviendo,
desde el aire hacia la boca, desde la noche hacia el beso.
¿Serán las manos de siempre que se mueven hacia atrás?
¡Sí, son las manos de siempre!
¡Y un pinchazo de dolor como en el sueño de siempre!

Imposibles movimientos, hacia atrás.
Una calle envejecida, hacia atrás.
Autobús desencarnado, hacia atrás.
Los retamales oscuros, hacia atrás.
Hacia atrás, siempre hacia atrás.
Hacia atrás, a cada tictac del viento,
a cada tictac de la vida que discute con el tiempo.
Desviviendo...

Hacia atrás besos al aire,
hacia atrás mañana fría,
hacia atrás... Ramón y María.

E. Reinoso

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